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«Si eres como yo, te encanta la Navidad. Los villancicos, los olores, las decoraciones y el tiempo en familia son algo especial. Pero nunca debemos olvidar que la Navidad es una celebración de cumpleaños. Es una celebración de cuando Dios se hizo hombre para proporcionar la salvación al mundo. Pero, como católicos, celebramos la Navidad todos los días en la Misa.

La Misa es una oportunidad en la que Dios se hace hombre una y otra vez. Se entrega al hombre para ofrecerle redención y perdón. Eso es exactamente lo que ocurrió en Belén, cuando la Virgen dio a luz al Mesías. Dios se hizo hombre para dar la salvación y el perdón. San Juan Crisóstomo dijo una vez: «Cuántos de vosotros decís: “Me gustaría ver su rostro, sus vestidos, sus zapatos”. Lo veis. Lo tocáis. Lo coméis. Él se entrega a vosotros, no sólo para que lo veáis, sino también para ser vuestro alimento y alimento».

En la Misa, como en el establo de Belén, Jesús se convierte en todo para nosotros. Se convierte en nuestra fuente de perdón, nuestra fuente de vida y nuestra capacidad de ver y experimentar a Dios. ¿Recuerdas el Gloria que cantamos en la Misa? Comienza con el mismo canto que entonaron los ángeles la noche del nacimiento de Jesús. El Gloria comienza «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». Es el mismo canto que oímos de los ángeles en Lucas 2,14 cuando proclaman el nacimiento de Jesús. No es casualidad que sigamos proclamando que Jesús ha venido en carne al hombre para el perdón de los pecados.

No es casualidad que el mismo canto que entonaron los ángeles en el nacimiento de Jesús, cuando Dios se hizo hombre, sea el mismo canto que entonamos en la Misa, cuando Jesús baja a los hombres en forma de su cuerpo y su sangre en la Sagrada Eucaristía.

Cuando el cuerpo del niño Jesús hizo su aparición en este mundo en un establo maloliente y sucio de Belén, trajo el don del perdón. Se convirtió en nuestra fuente de salvación. Cuando el cuerpo de Jesús se presenta en la Misa y se te ofrece, se convierte de nuevo en fuente de salvación. Cuando Jesús nació, sus enemigos temblaron de miedo y se dispusieron a destruirlo, mientras sus seguidores se regocijaban. Cuando la Eucaristía está presente, los enemigos de Jesús tiemblan de miedo y se proponen destruirlo destruyendo la Iglesia, pero sus seguidores se alegran. «Tiemble toda la humanidad y tiemble toda la tierra cuando el Hijo de Dios vivo está presente en el altar en manos de un sacerdote». (San Francisco de Asís)

Si realmente comprendiéramos el poder, el misterio y lo que ocurre en el altar durante la Misa, no perderíamos ni una sola oportunidad de asistir. La historia de la Navidad es una historia de amor. Es una historia de amor en la que Dios ama tanto a la humanidad que haría lo que fuera necesario para que el hombre viviera eternamente con Él en el cielo. Pero, la historia de la Misa es la más grande de las historias de amor. «La mayor historia de amor de todos los tiempos está contenida en una pequeña hostia blanca». (Arzobispo Fulton Sheen) La Eucaristía es una historia de amor. ¿Estás escuchando? ¿Oyes cómo te llama?»

FSSPX. Pequeña orquesta de cuerda.
«Como católicos, tenemos la Navidad cada día en la Santa Misa.

Cuando el cuerpo del niño Jesús hizo su aparición en este mundo en un establo maloliente y sucio de Belén, trajo el don del perdón. Se convirtió en nuestra fuente de salvación. Cuando el cuerpo de Jesús se presenta en la Misa y se te ofrece, se convierte de nuevo en fuente de salvación. Cuando Jesús nació, sus enemigos temblaron de miedo y se dispusieron a destruirlo, mientras sus seguidores se regocijaban. «Tiemble toda la humanidad y tiemble toda la tierra cuando el Hijo de Dios vivo está presente en el altar en manos de un sacerdote». S. Francisco de Asís

El mismo Dios encarnado cuya carne salió del vientre de María y yacía vulnerable sobre el heno del pesebre ahora yacer vulnerable sobre el mantel del altar.

Si realmente comprendiéramos el poder, el misterio y lo que ocurre en el altar durante la Misa, no perderíamos ni una sola oportunidad de asistir. La historia de la Navidad es una historia de amor. Es una historia de amor en la que Dios ama tanto a la humanidad que haría lo que fuera necesario para que el hombre viviera eternamente con Él en el cielo. Pero, la historia de la Misa es la más grande de las historias de amor. «La mayor historia de amor de todos los tiempos está contenida en una pequeña hostia blanca». (Arzobispo Fulton Sheen) La Eucaristía es una historia de amor.

San Juan Crisóstomo dijo: «Cuantos dicen ahora de Cristo: ¡Quisiera ver su forma, su figura, sus vestidos, su calzado! Pues ahí está, a él ves, a él tocas, a él comes. Tú te contentas con ver sus vestiduras, mas él te concede no solo verle, sino comerle, tocarle, recibirle dentro de ti.»
St. Vincent de Paul Church, Kansas City, Missouri, EEUU 🇺🇸
@liturgiacatolicaromana

#ESMinistroConsagrado #HogarDeLaMadre P. Luke DeMasi, Hogar de la Madre:
«El Señor en la Eucaristía, tan vulnerable, tan solo. Una bomba de amor. Tan humilde, tan pequeño y tan poca gente que le ama.»
@liturgiacatolicaromana

7 de octubre - Nuestra Señora del Rosario«Aunque estuvieran ya al borde del abismo, aunque estuvieran ya con un pie en el infierno, aunque hubieran vendido su alma al demonio como un mago, aunque fueran herejes tan endurecidos y obstinados como demonios, se convertirán tarde o temprano y se salvarán, siempre que -lo repito, y noten bien las palabras y términos de mi consejo- recen devotamente, todos los días hasta la muerte, el Santo Rosario con el fin de conocer la verdad y alcanzar la contrición y perdón de los pecados.»
- San Luis María Grignion de Monfort en «El Secreto Admirable del Santísimo Rosario»

28 de agosto - San Agustín de Hipona, obispo y doctor eximio de la Iglesia.

Acerca de los cánticos de la iglesia de Milán: «¡Cuánto lloré también oyendo los himnos y cánticos que para alabanza vuestra se cantaban en la iglesia, cuyo suave acento me conmovía fuertemente y me excitaba a devoción y ternura! Aquellas voces se insinuaban por mis oídos y llevaban hasta mi corazón vuestras verdades, que causaban en mí tan fervorosos afectos de piedad, que me hacían derramar copiosas lágrimas, con las cuales me hallaba bien y contento» (IX, 6, 7).

«(...) aprobar la costumbre de cantar, introducida en la Iglesia, para que por medio del aquel gusto y placer que reciben los oídos, el ánimo más débil y flaco se excite y aficione a la piedad» (X, 33, 50).

“La música tiene una única tarea primordial (…) disociar a la razón, mediante sus perfectas relaciones acústico-matemáticas, de los sentidos carnales y elevarla a la verdad inmutable, al único Dios y Señor de todas las cosas (…). Así pues, debe conducir al alma a reconocer que las cosas terrenas están subordinadas a las celestes”. Sobre la música, o.c., pp. 343 ss.
@musicacatolicatradicional