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Arriba a la derecha, foto inédita del teniente José Gómez Soler luciendo su inseparable Medalla de la Vieja Guardia de Falange, y debajo de él, foto también absolutamente inédita de su amigo y camarada el teniente Camilo Candela Moltó).
Abortado el plan de rescate que ya estaba en plena fase de ejecución, los protagonistas de esta historia corrieron suertes diferentes.
Con respecto a José Antonio y sus familiares detenidos en Alicante, como es sabido sólo él fue fusilado tras el fracaso de varios nuevos intentos de rescate.
Su hermana Carmen Primo de Rivera fue encausada por delito de rebelión, acusada de intentar sublevar a la guarnición de Alcoy, siendo encarcelada en la prisión de Alicante y posteriormente en el Reformatorio de Adultos, donde también estaban Margot Larios y la tía Ma.
Finalmente Carmen fue canjeada, al igual que lo fueron la tía Ma, Margot Larios y Miguel Primo de Rivera, pudiendo ponerse a salvo en la zona nacional.
El teniente Camilo Candela Moltó no tuvo tanta suerte.
Tal y como él se temía, era estrechamente vigilado pues era sobradamente conocida su militancia y activismo falangista y estaban registradas sus diferentes visitas a José Antonio en la prisión de Alicante.
El 18 de julio, intentó sin éxito sublevar a su Regimiento en Alcoy, siendo arrestado en el Cuarto de Banderas del mismo.
Trasladado a Cartagena, fue encarcelado en el Castillo de San Julián.
En agosto fue trasladado a Almería donde fue juzgado y condenado a muerte por el delito de rebelión militar.
Fue fusilado en Cartagena a la edad de 24 años.
Camilo Candela era natural de Alcoy donde había nacido en 1912 y había ingresado en Falange al poco tiempo de su fundación, y fue posiblemente el principal enlace entre José Antonio y los militares en Alicante.
El teniente José Gómez Soler, una vez fracasado el alzamiento en Alicante, fue detenido y trasladado para ser juzgado en Almería por los delitos de Rebelión y Conspiración Militar, siendo condenado a 17 años y cuatro meses.
Internado en la prisión de Almería, fue trasladado posteriormente al Campo de Trabajo de Totana.
Sobrevivió a la guerra civil, siendo el único de los militares falangistas de su grupo de Alcoy que lo hizo.
Tuvo una larga carrera militar, alcanzando el generalato.
Había nacido en Castellón en 1906 y su ingreso en Falange se produjo en 1935.
Su actividad política falangista comenzó al ser destinado a Alcoy y junto a su amigo y camarada teniente Candela, extendieron y coordinaron la presencia falangista además de en Alcoy, entre otras, en las vecinas poblaciones de Cocentaina, Muro, Albaida, Bañeres, Bocairente e Ibi.
Colaboró activamente con la UME (grupo clandestino de militares contrarios a la República y al Frente Popular) y fue enlace de la Falange en la misma.
Toda su vida continuó siendo fiel a su ideal falangista y es difícil encontrar fotos suyas de uniforme en la que no luzca con orgullo la Medalla de la Vieja Guardia de Falange.
Nunca sabremos qué hubiera pasado exactamente si no se hubiera abortado este plan para liberar al Jefe de la Falange, decisión tomada posiblemente por el propio José Antonio en la creencia de que el Ejército, tal y como le habían prometido, se sublevaría en Alicante, por lo que no debió querer correr riesgos innecesarios.
Aunque el intento de liberación ya estaba en marcha, se abortó en la creencia de que era mejor esperar al alzamiento del Ejército, lo que al final resultó un grave error.
Pero lo que es evidente es que, de haber alcanzado su objetivo final, José Antonio hubiese salvado la vida, pues el plan de fuga era posiblemente el mejor organizado de todos los intentos de salvar a José Antonio, y el que más opciones tenía de prosperar y con seguridad el devenir de la Falange, de la España de aquellos años y de la propia guerra civil hubiera sido diferente.
Esta es la historia de los dos bravos tenientes falangistas que arriesgaron sus vidas para intentar salvar a José Antonio y que merecen ser recordados, con todos los honores, como miembros destacados de los muchos héroes falangistas que, cuando fue necesario, arriesgaron sus vidas por España y la Falange.
(En la composición fotográfica que publicamos, se ve la fachada de la casa de Alcoy a donde se pensaba trasladar a José Antonio nada más ser liberado.
HISTORIAS AZULES
" OBJETIVO: LIBERAR A JOSÉ ANTONIO "
(ALICANTE, 18 DE JULIO DE 1936. EL DESCONOCIDO PLAN DE RESCATE DE JOSÉ ANTONIO)
Han transcurrido 88 años del fusilamiento de José Antonio en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936.
Desde esa fecha se han contado sin descanso, en multitud de artículos de prensa y en una buena cantidad de libros, los diferentes intentos de liberación y planes de fuga de José Antonio, pero no se han contado ni investigado todos.
Hoy queremos aportar datos sobre un plan de rescate, absolutamente desconocido e inédito, que hubiera podido salvar la vida de José Antonio.
El plan de fuga al que nos referimos iba a ser ejecutado por dos militares falangistas, los tenientes José Gómez Soler y Camilo Candela Moltó, ambos destinados en 1936 en la localidad alicantina de Alcoy.
El plan estaba preparado para ser ejecutado el 18 o el 19 de julio y fue abortado a última hora por instrucciones de Carmen, la hermana de José Antonio.
Esta es la historia de este desconocido intento de rescate de José Antonio.
Cuando se aproximaba la fecha del alzamiento y sabedores del peligro que corría la vida de José Antonio, se diseñó un nuevo plan de rescate, pues no era el primero, esta vez por parte de varios jóvenes oficiales falangistas destinados en Alicante.
Para ello, el teniente falangista Santiago Pascual, hermano de Manuel Pascual (que era el Jefe local de Falange en Alicante), conseguiría nombrar Jefe de la Guardia en la prisión donde se hallaba incomunicado José Antonio, al Sargento José Barricarte González, que también era falangista y nombrar la guardia a su cargo con el mayor número posible de soldados simpatizantes de Falange.
El teniente Candela Moltó, también falangista, entraría armado en la prisión y con la colaboración de parte de la guardia, liberaría a José Antonio y lo trasladaría a una casa segura en Alcoy.
Una vez en Alcoy, José Antonio sería vestido con un uniforme de teniente y llevado en un coche al cuartel de dicha ciudad, donde entraría como un teniente recién destinado al mismo.
No olvidemos que tanto el teniente Candela Moltó, como el teniente Gómez Soler estaban destinados en Alcoy, en el Regimiento de Infantería Vizcaya nº 12, y contaban con numerosos simpatizantes de Falange dentro del cuartel.
El mismo día del 18 de julio, el teniente Candela le comunicó a su compañero y camarada teniente Gómez Soler que se hiciera cargo de la operación, pues Candela se sabía estrechamente vigilado y bajo esas circunstancias ponía en peligro el buen fin del proyecto de liberar a José Antonio.
El teniente Gómez Soler, sin dudarlo lo más mínimo, se desplazó inmediatamente en coche a Alicante para mandar el operativo tal y como estaba diseñado.
Al llegar por la tarde a Alicante, contactó con Carmen Primo de Rivera para que ésta tuviera conocimiento de que la operación de liberación estaba en marcha, pero Carmen, en ese momento le dijo al teniente Gómez Soler que el regimiento se iba a sublevar esa misma tarde y que por ese motivo, había que abortar inmediatamente la operación para no correr riesgos innecesarios, y no poner en peligro la vida del Jefe de la Falange.
Al día siguiente 19 de julio, Carmen Primo de Rivera y su cuñada Margot Larios, que todavía estaban en libertad, se desplazaron a Alcoy portando sendas cartas de José Antonio.
Una de ellas era para el Jefe del Regimiento Vizcaya, en el que le acuciaba para que se alzara en armas, y la otra era para el teniente Gómez Soler.
En la carta dirigida a Gómez Soler, José Antonio le acababa diciendo: “Yo te prometo Gómez Soler que nunca olvidaré lo que estás haciendo por mí”.
Desgraciadamente, el Regimiento de Infantería Tarifa nº 11 con sede en Alicante (Cuartel de Benalúa), y el Regimiento de Infantería Vizcaya nº 12 en Alcoy, no secundaron el alzamiento, por la actitud dubitativa y cobarde del Jefe Militar de Alicante General García Aldave (al que después los rojos fusilaron en premio a su negativa a apoyar el alzamiento) y la liberación de José Antonio diseñada por los militares falangistas se frustró.
José García Vara, sabía lo que arriesgaba y no dudó en hacerlo. Su muerte y ejemplo no pueden caer en el olvido, como tampoco la respuesta a la misma por sus camaradas de la Primera Línea de Madrid.
En aquellos momentos, desde hacía algún tiempo la Falange cobraba en sangre la sangre de sus camaradas caídos. Ante una agresión se producía la inmediata represalia o vindicta.
No tiene sentido ocultar hechos que son historia y que además, como veremos más tarde, fueron reconocidos tras la guerra por el máximo responsable de la Primera Línea.
Sobre las diez de la noche del día 2 de abril, un coche conducido por falangistas de la milicia madrileña se aproximó a una taberna frecuentada por miembros de la UGT, la cual se encontraba situada en el chaflán que hace esquina entre las calles Embajadores y Paseo de las Delicias, concretamente en la Plaza de la Beata María Ana de Jesús (el edificio todavía existe, aunque el bajo ya no es una taberna).
En esta zona se encontraba la Colonia del Pico del Pañuelo, conjunto de 74 bloques de casas, con 585 viviendas, construido entre los años 1927 y 1930 para proporcionar vivienda a los trabajadores de la zona de Arganzuela, y principalmente a los trabajadores del Matadero de Madrid.
Del coche bajaron dos camaradas de la Primera Línea, que nada más entrar en la taberna abrieron fuego sobre los que se encontraban en su interior, mientras otro miembro del grupo lo hacía desde fuera a través de una ventana, alcanzando con sus disparos a tres personas.
Cuando los asaltantes falangistas se retiraban, el dueño de la taberna Lucio San Juan, salió en su persecución, pero el tercer miembro del comando asaltante que se encontraba fuera cubriendo la retirada, vació un cargador sobre el tal Lucio San Juan, que murió en el acto por impactos en la cabeza, cuello y pecho.
El comando falangista asaltante huyó en un automóvil Ford, de color oscuro y con capota, modelo 1929 o 1930, que esperaba en las cercanías.
A resultas del atentado, ingresaron en la Casa de Socorro, además de Lucio San Juan, el tabernero fallecido, Francisco Agramón herido grave con un disparo sin orificio de salida, José de la Torre con dos disparos, también grave y Gonzalo Cantoya, herido también de un disparo. Al día siguiente falleció el herido José María de la Torre.
En un principio no se relacionó por parte de la prensa el asesinato de García Vara con lo sucedido después en la taberna del Pico del Pañuelo, llegándolo incluso a calificar de atraco sangriento, aunque pronto algunos periódicos comenzaron a relacionar ambos atentados.
Incluso se habló de detenciones relacionadas con ambos casos, aunque la verdad es que ninguna se llegó a producir ni se condenó a nadie por dichos hechos. Tampoco, como era habitual, hubo ningún tipo de reivindicación de ambos atentados.
Tras los entierros de las víctimas, un muro de silencio cayó sobre ambos sucesos y en el caso del atentado contra la taberna, el silencio casi ha llegado hasta nuestros días.
No sería hasta el año 1953, en el que Agustín Aznar (que había sido Jefe Nacional de la milicia falangista), en entrevista reproducida en numerosos periódicos españoles, reconociese la autoría de la Primera Línea madrileña, bajo su mando, de determinadas acciones en las que incluía el atentado contra la taberna situada en el Pico del Pañuelo.
Curiosamente, algunos periódicos censuraron esta relación de atentados, hablando sólo del primero de todos ellos, que fue el asalto a la FUE de Medicina.
Estas declaraciones de Aznar tuvieron repuesta en la prensa republicana del exilio, en concreto en el periódico “Solidaridad Obrera”, editado en Francia, donde se recogían las declaraciones de Aznar y se hablaba de los “antecedentes penales de la Falange”.
El asesinato de José García Vara fue la respuesta socialista al importante crecimiento de los sindicatos falangistas, que amenazaban su hegemonía y su autoconcedida exclusividad sindical.
El mensaje era claro, el que amenazase al estatus de los sindicatos “oficiales”, estaba condenado a muerte (y no digamos si procedía de sus filas).
La Primera Línea de Falange actuó para proteger la actividad sindical falangista. Los sindicalistas de la CONS tenían que saberse protegidos contra el pistolerismo frentepopulista.
HISTORIAS AZULES
"EL ATENTADO SOCIALISTA CONTRA JOSÉ GARCÍA VARA Y SU INMEDIATA REPRESALIA."
(MADRID 2 DE ABRIL DE 1935: UGETISTAS ASESINAN AL SINDICALISTA FALANGISTA JOSÉ GARCÍA VARA Y LA PRIMERA LÍNEA MADRILEÑA RESPONDE EN UNA TABERNA DEL PICO DEL PAÑUELO)
José García Vara, primer caído de la CONS (sindicato obrero falangista), fue uno de los puntales de la organización sindical falangista y está considerado como el auténtico lugarteniente de Manuel Mateo.
García Vara, nacido en Lugo, se vino a vivir a Madrid donde vivía en el número 48 de la Calle Lista, siendo propietario de una tahona. Con anterioridad a su militancia en Falange y en concreto, en su organización sindical (CONS), había militado durante años en el sindicato de Artes Blancas de la UGT.
Antes de su paso a Falange, García Vara había estado en Italia donde había presenciado la “Marcha sobre Roma” y la consiguiente llegada al poder de Mussolini, circunstancia que ha sido repetidamente ignorada y silenciada al hablar de García Vara.
A los inicios de 1935, Falange comienza a impulsar su estructura sindical, encargando a García Vara la creación del Sindicato de la Industria del Pan y Similares. A finales de marzo del mismo año, con la asistencia de 400 sindicalistas falangistas madrileños, se constituyó la junta directiva del Sindicato de la Industria del Pan y Similares, siendo designado García Vara secretario general del mismo. Las cifras de afiliados hablan por sí solas, la labor de García Vara fue crucial para conseguirlo y su rápido y espectacular éxito, fue a la vez su sentencia de muerte dictada y ejecutada por sus antiguos compañeros de la UGT.
El 2 de abril, García Vara asistió a una reunión de la CONS en su sede de la Cuesta de Santo Domingo.
Terminada la misma, pasadas las 4 de la tarde, abandonó la sede acompañado por sus camaradas de la CONS César Moreno Navarro y Camilo Olcina. Los tres caminaban juntos y al poco rato Camilo Olcina comentó que creía que les estaban siguiendo.
García Vara no tuvo en cuenta el comentario de Olcina y poco después se despidió de sus dos camaradas y giró al llegar a la cercana calle Arrieta. Había caminado pocos metros en solitario y cuando estaba a la altura del número 4 de la calle Arrieta, de un coche FIAT con matrícula de Lérida 3252 bajaron dos sicarios ugetistas que le hicieron numerosos disparos por la espalda al pecho y al vientre y le remataron en el suelo con cuatro tiros en la cabeza.
Los dos sicarios socialistas se subieron al coche que les esperaba en marcha con otros pistoleros dentro y se dieron a la fuga en dirección a la Plaza de Oriente.
Un taxista testigo del asesinato intentó seguirles con unos guardias que se habían subido a su taxi, pero no consiguieron alcanzarles.
García Vara fue trasladado a un centro quirúrgico por unos camaradas que, alertados por los disparos, habían bajado de la sede. Todo fue inútil y falleció nada más ser ingresado.
García Vara tenía 36 años en el momento de su muerte. En sus bolsillos se encontró un carnet de chófer de Obras Públicas, el carnet y varios sellos de Falange y también una pistola de 9mm con varios cargadores, para la que tenía la correspondiente licencia.
García Vara fue enterrado el día 4 en el Cementerio de La Almudena de Madrid. A su entierro acudieron gran cantidad de sus camaradas y al frente de ellos José Antonio, el cual, ante la tumba de García Vara dijo unas palabras que probablemente sean las más extensas y a la vez profundas que pronunciara José Antonio ante la tumba de un camarada caído.
Esta reseña de García Vara sería incompleta si no contáramos también lo que sucedió pocas horas después de su asesinato en una taberna de Madrid, otro hecho que, sorprendentemente, suele ser ignorado en la mayoría de los trabajos sobre García Vara e incluso en las diferentes historias de la Falange.
Eran épocas turbulentas, los falangistas eran masacrados y tras muchos muertes, optaron por contestar.
En la DGS, la camarada finalmente encontró la foto de su cadáver horriblemente desfigurado en la que constaba el número con el que había sido enterrado en el cementerio de Madrid con otros sesenta infortunados. Había sido brutalmente asesinado la noche del 14 al 15 de agosto.
Se conserva la que se supone fue su última carta, escrita poco antes del 18 de julio a sus camaradas ferrolanos. Entre otras cosas les decía: “De todos modos habrá lucha. Y me alegro, pues a la Falange le conviene un poco de jaleo a ver si, de ese modo, se remueve este pantano inmundo en que vivimos”.
Su asesinato en el Madrid rojo fue el primero, pero no fue el único que sufrieron miembros destacados de la Falange gallega, ya que también en Madrid y en 1936, fueron asesinados Juan Canalejo, fundador de la Falange coruñesa y Víctor Muñoz, fundador de la Falange de Santiago de Compostela.
Finalizada la guerra civil, el cadáver de Juan Balás fue exhumado de la fosa común en Madrid y trasladado al Ferrol, donde tras un multitudinario acto de homenaje, fue enterrado en abril de 1939.
Juan Balás además de ser un heroico Vieja Guardia, fue otro gran artista-escultor falangista del que poco o nada se ha hablado.
HISTORIAS AZULES
"JUAN BALÁS. FUNDADOR DE LA FALANGE DEL FERROL."
(ASESINADO EN EL MADRID ROJO).
Juan Balás Loureiro es una figura principal, no sólo de la Falange del Ferrol, sino de la Falange gallega.
Su brillante ejecutoria falangista le convierte, con toda justicia, en un miembro de pleno derecho del grupo de falangistas históricos más relevantes.
Natural del Ferrol, fue fundador y triunviro de la JONS local, una de las más antiguas de Galicia, fundada en su casa en octubre de 1933 por un reducido grupo de jóvenes, todos ellos estudiantes de bachillerato. Pronto ese núcleo inicial creció, llegando a ser una treintena de militantes y teniendo como sede y auténtico cuartel general, la casa de Juan Balás, al que sus camaradas llamaban "Juanito".
El 26 de enero de 1934, se constituye legalmente la Falange en El Ferrol, bajo la dirección de un triunvirato formado por Juan Balás, Jesús Suevos y Eduardo Nolla.
Con posterioridad a la unificación con las JONS, fue Jefe de Milicias del Ferrol y posteriormente primer Jefe local.
Alrededor de Juan Balás y de su incesante actividad militante, se consolidaron núcleos falangistas en Cedeira, Puentedeume, Ortigueira, Mugardos y otras poblaciones gallegas.
Cuando el 17 de marzo de 1935 tuvo lugar, bajo la presidencia de José Antonio, el mitin de Villagarcía de Arosa (considerado como el mitin fundacional de la Falange gallega), Juan Balás al frente de sus camaradas de la Primera Línea del Ferrol, formó parte del dispositivo de seguridad del acto.
Juan, "Juanito" Balás, además de ser un hombre de acción, era un superdotado para las artes. La escultura fue, con la Falange (se autodenominaba un “falangista fanático”), su gran pasión.
Estudió Bellas Artes en Madrid. En 1932 expuso en el Casino de El Ferrol, la maqueta de un monumento que proyectaba dedicar a los caídos en la guerra de África.
A pesar de sus extraordinarias dotes como escultor, era reacio a dar a conocer su obra, y cuando finalmente decidió hacerlo, se presentó al Concurso Nacional de Escultura, patrocinado por Bellas Artes, obteniendo en julio de 1936 el segundo premio de dicho concurso nacional.
Estuvo siempre ligado a la política de su tiempo y ya en 1931 formaba parte, como delegado en Bellas Artes, de la Junta de Gobierno de la FUE de Madrid (sindicato estudiantil de marcada tendencia izquierdista), siendo suyas las bases del programa de artes de ésta.
El 18 de julio se encontraba en Madrid, donde tenía su taller de escultura y es otro de los muchos falangistas madrileños que, por la absoluta descoordinación de la estructura de enlaces, no pudo incorporarse a tiempo al grupo de falangistas que logró introducirse en el Cuartel de la Montaña. Dicho de otra manera, ni él ni gran parte de su centuria recibieron el aviso, como desgraciadamente les sucedió a la mayoría de la Primera Línea de la Falange madrileña.
Fracasado el alzamiento en Madrid, amigos y familiares de Juan le facilitaron el poder refugiarse en una embajada, a lo que Juan se negó alegando que “mi puesto está en la calle. Mientras haya un solo camarada desamparado o en peligro, yo no puedo ponerme a salvo”. Haciendo honor a su compromiso, se dedicó a buscar refugio a aquellos de sus camaradas que estaban siendo buscados y en grave peligro de muerte. A la vez, él mismo se veía obligado a ir cambiando de domicilio pues también era buscado.
Poco tiempo duró su “libertad” en el Madrid rojo. El día 13 de agosto no llegó, como acostumbraba, a comer a su domicilio. Sus amigos comenzaron inmediatamente su búsqueda y comprobaron que había sido detenido por las milicias de la FAI.
Una camarada consiguió dar con su paradero en la Checa de Medinaceli, y cuando el día 15 quiso visitarle y llevarle algo de comer, ya no estaba allí.
La extrema dureza de los combates llegó a provocar algunos rumores de desaprobación en la retaguardia.
La situación fue tal que la Falange organizó un acto de desagravio al ya teniente coronel Luis Moliner.
Recogemos algunas palabras de Hedilla y de Yagüe con motivo de dicho acto, en el que también estuvo presente el Jefe de la Falange de Burgos José Andino:
“La retaguardia podrida sólo sabe hacerse eco de la injusta censura; si nuestros camaradas mueren, si en el frente se sufre de frío y de hambre no parece preocuparles; en su vida señoritil y cómoda, sin sacrificio, no saben elevarse, ni trabajar por la nueva España.
En consonancia con su pobreza espiritual, sólo saben de chismorreos indignos. Los falangistas seguiremos en la brecha, por encima de la inmundicia, pero también alerta ante la verdadera revolución nacional-sindicalista, que en un gran sector de retaguardia nos queda por realizar…” (Manuel Hedilla)
“Estas milicias nacieron oponiéndose al enemigo, con las propias armas del enemigo, al pistolero y por eso se hicieron temer.
Esas milicias, son las que empuñando el fusil contienen al enemigo en los lugares donde se les ha ordenado.
Si ese espíritu estuviera en la retaguardia, los reptiles que tratan de molestar a hombres como Moliner, no se atreverían a salir de sus guaridas”. (Juan Yagüe)
En la Loma de Montija los falangistas santanderinos, a la bayoneta calada y con bombas de mano, suplieron su enorme inferioridad numérica con su valentía y espíritu de combate.
La Falange de Santander seguía consiguiendo la gloria.
(En la foto que publicamos se ven a los supervivientes de la famosa Centuria de Falange Montañesa, junto con un dibujo alegórico de la gesta).
HISTORIAS AZULES
"LA BANDERA REMSA EN LA GUERRA CIVIL Y EN RUSIA"
(SEGUNDA PARTE)
En una anterior reseña ya hablamos sobre el nacimiento y consolidación de los militantes de Falange de la empresa "REMSA", que antes de la guerra incluso llegaron a formar una Centuria encuadrada en la Primera Línea de la Falange madrileña, después de que se constituyera primeramente una falange (la tercera) de la IV Centuria de la Primera Línea madrileña, Centuria entonces al mando de Pepe Bedriñana.
Pues bien, el Jefe de la Centuria "REMSA", Canalda, fue encarcelado el 18 de marzo de 1936 a pesar de lo cual, los camaradas no claudicaron en su lucha.
En pleno dominio rojo de Madrid al iniciarse la Guerra Civil, la empresa REMSA fue incautada y colectivizada.
Dieciocho camaradas de la REMSA fueron asesinados y los restantes fueron expulsados de los talleres.
Los caídos de la REMSA fueron los siguientes:
Feliciano Moreno Nicasio Alameda
Manuel Celda Miguel Vicente
Melchor Velázquez Carlos Ruíz
Librado Canalda Julián Contreras
Olegario Escolante Cándido Gil
Jacobo Galán Miguel Arriola
Diego García Ángel Gutiérrez
Narciso Lambán Luís Casas
José Luís Robredo
Todos ellos cayeron en los días previos al inicio de la Guerra Civil y durante la misma.
Al finalizar la guerra, Canalda que había sobrevivido, empezó nuevamente a poner en marcha la REMSA con los pocos camaradas supervivientes, entre ellos Colsa y Urrutia, y consiguieron el privilegio de que la ya "Bandera REMSA", funcionara exclusivamente a las órdenes directas del Jefe Provincial del Movimiento de Madrid, y además por el prestigio adquirido de años de lucha, fueron recompensados con el privilegio de formar siempre en lugar preeminente.
Al acabar la Guerra Civil, el antiguo «Grupo de Balillas» (chavales que habían ingresado en Falange antes de la guerra siendo todos menores de edad) pasa a denominarse «Centuria de Flechas José Tudela», y se integra, junto con los restos de la Centuria REMSA en la nueva unidad llamada «Bandera REMSA».
En 1941, y cuando se abren los banderines de alistamiento a la División Azul, la «Centuria José Tudela», al mando de su entonces Jefe Miguel Alonso («Carbonilla»), y gran parte de la Bandera REMSA, prácticamente como un solo hombre, se presentan voluntarios para combatir al comunismo en Rusia.
Cabe destacar entre sus miembros a los entonces universitarios falangistas «José María Sanchez Diana» y «Carlos María Idigoras», que a la vuelta de Rusia escribieron sendos magníficos libros que narraban las hazañas de la División.
De los 180 camaradas que se alistaron de la «CJT» a combatir, 55 resultaron muertos en combate, incluyendo a su Jefe "Carbonilla" y a varios jefes de sus falanges.
"Carbonilla" combatió como sargento en la 1ª compañía del I batallón del regimiento 269, donde formaba "la flor y nata de la Falange Madrileña".
Fue herido de máxima gravedad en los trágicos combates de "Possad" y encontró la muerte el 15 de noviembre del 41 después de ser operado sin resultados.
En resumen, desde noviembre de 1933, cuando Canalda y un par de camaradas, trabajadores todos ellos de la empresa REMSA, se entrevistaran con José Antonio, el núcleo inicial constituido en una falange, pasó después a formar la Centuria "REMSA" de la Primera Línea de Falange de Madrid, y al acabar la guerra se fusionaron con la Centuria de Balillas para formar la gloriosa "BANDERA REMSA".
Como todas las unidades combatientes falangistas, la REMSA sufrió innumerables pérdidas, tanto en suelo patrio como en los campos de la Rusia soviética.
Nunca arriaron la bandera rojinegra de la revolución falangista.
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