COMO ANGEL, COMO PECADORA

Acerca tu boca,
quiero volar en el cielo de tus labios,
volar con tu angelical magia,
esa es la droga de mis demonios,
la ternura y el fuego
que despierta la fuerza volcánica
en el centro de mi cuerpo,
la que embravece mi carne
hasta destilar en su cúspide
sus corrientes demoniacas.

Eres un ángel,
de eso no tengo duda,
también un demonio adictivo
que maneja los hilos de la lujuria,
esa que se alimenta de mis vicios,
la que me convierte en su feroz lobo
aunque seas tú la que aúlla,
mientras te devoro bajo las noches de luna
mi nombre ha sonado en llanto,
en risas, en susurros, a gritos…
Sin compasión reclamo tus orgasmos,
te has corrido en mi boca
donde llevo lo bendito de tus besos
con los que coloreas mis recuerdos,
¡pero puta madre! Que dicha la gloria
cuando te vuelves tan pecadora…

Sé que yo no tengo remedio,
pero cuando tú te transformas
toma sentido mi condena al infierno,
por eso sin cordura, entregada a la locura
te guío para hacerte pecar ángel mío,
te arrastro a los placeres de la gula,
porque siempre de ti querré más,
mis deseos por ti son desmedidos.

Acerca tu boca,
aférrate a mi roca,
a mi pecho
y siente mis latidos,
como angel,
como pecadora,
eterna te quiero al lado mío…

No sé qué haría
si estuvieras enfrente de mí.

Y es qué de solo imaginarlo...
sé me explota el corazón,
estrujándome el estómago
del revoleteo de estas
malditªs mariposas
que se meten en mi vientre,
revolviéndome las putªs ganas de tenerte
y mi ansiedad me deprava,
haciendo que llegue una marea
en medio de mis piernas,
erizando mi pezºn,
llegando pensamientos:
intensos, lujuriosos, pecaminosos
y llenos de ansias por decirte:

—¡Muérdeme!, ¡Muérdeme!, ¡Muérdeme!.
Hazme tuya de una putª vez.
Clªváme, fóllªme,
devórame, destrozame las ganas.
Llévame al infierno de tu s e x o,
quémame con tus dedos,
báñame de tu manatial,
dámelo de beber,
hazme fantasía y realidad,
revienta mis orgasmºs una y otra vez,
hasta que pida clemencia
y me dejes en libertad.

Suspiros salen de mis vientre
al pensar que yo podría decirle todo esto,
siendo pensamientos perversos
ante una fantasía
que se enmudece en el silencio,
imaginando que él pueda oir en el ruido,
el grito desesperado de unos ojos
que le desean amar...

¿Él Sabra leer mí mente?...

INSACIABLES

Nos abraza el deseo, y las miradas que si entienden de silencios, descifran lo que maquinan nuestros pensamientos, morbo y lasciva es lo que se gritan nuestras pupilas, el juego de nuestra lengua relamiendo en nuestros labios anuncian el banquete de besos, no hay palabras y sin embargo entendemos lo que nuestro cuerpo ansia.

Pegados con la respiración en agonía nos comemos sin remordimientos, con suspiros intensos las manos acarician la geografía por donde caminara incansable nuestra boca, porque nos comemos como el primer día, con esa misma pasión inicial buscamos lo que desde hace algún tiempo ya es nuestro. Y es que cuando el fuego es intenso uno se vale de cualquier chispa, para explotar el anhelo de sentir el otro cuerpo.

Nos comemos, sin esperar por más denudo sus senos, la rigidez de sus pezones esperan ansiosos por mí, los lamo, succiono, muerdo... Separo sus piernas y su hendidura ya es un océano dispuesta ahogar mis dedos, entro y salgo extasiado a ritmo frenético, sus gemidos intensos me levitan, con mi instinto estoy cegado, con su mano manipulando mi húmedo falo, sigo en el vaivén de mis manos, con un grito, con sus contracciones, con sus piernas temblando, me entrega su primero orgasmo.

Prueba de su sexo que se ha quedado en mi impregnado, el sabor de los besos es más afrodisíaco, el fuego a penas se va intensificando, con mano de autoridad aprisiona su cabello y le susurró que es solo mía. Con el cuerpo pegado completamente a la pared tiembla, no puede poner resistencia a mi lengua, de rodillas la venero desde a tras hasta el centro de su universo, su olor y sabor me vuelve una bestia en celo. Sin piedad me levanto y me pego a ella, embisto fuerte, hasta adentro, muerdo su hombro, azoto con fuerza su trasero... Suplica por más, yo quiero darle todo, me aferro a su pecho, como riendas tomo sus senos, no puedo bajar la revolución de los movimientos y exploto, su segundo orgasmo coincide con mi pasión teñida de blanca que llena todo...

Cuerpos agitados y sudados, besos suaves y sonrisas del placer saciado, así termina el penúltimo asalto de la batalla que con el cuerpo peleamos.