Tu cuerpo mojado, cuando veo...
No puedo resistirme, lo toco con mis dedos.
estoy escribiendo mis secretos
Revelando uno a uno mis deseos.

Que tentación, no puedo resistirme.
¡El tamaño es el desafío!
Se siente como si estuviera sosteniendo una bomba
que la mecha estaba encendida
Y está a punto de explotar

La imaginación despierta, no para.
El corazón palpita, corre
¡Me pierdo en tantas fantasías!

No se puede contener el impulso, la emoción...
Los toques finalmente conducen a una explosión.
De amor, de placer, de euforia.

(...) Recordé esas manos cálidas, delicadas y atentas, inclinadas sobre mis manos. Del tacto de esa piel. Ese toque tan placentero y largo en mí. Cada vez que me toca es como si todos mis sentidos estuvieran intoxicados. Y ahí estoy envuelto en una especie de voluptuosidad y lujuria. Y ahí estoy yo con el corazón acelerando constantemente. Recordé nuevamente, esta vez de mis manos en un estado de deseo absoluto buscando el contacto con esa piel. La exuberancia ansiosa e impaciente que sostiene cada momento. La excesiva urgencia por sentirnos a nosotros mismos, sin pensar en absolutamente nada más. Un cuerpo contra el mío, destilado, consumido, arrebatado, deseándome todo, todo de mí… consumiéndome todo. No lo recordaba hoy. Pero hoy fue diferente. Este silencio único me inmovilizó, pero no me persiguió, todo lo contrario... de hecho me hizo bien cerrar los ojos y volver a sentir mis sentidos, como si estuviera ebrio. (...)

“A veces parece mala suerte, a veces parece que el amor no va a volver a llegar, pero quizá sólo es la vida diciéndote que aún no es el momento, que confíes en el destino, que ahorita seas feliz tú solito y que más adelante vendrá esa persona para compartir los fines, los días libres, el café, los planes, los viajes, las canciones y las sonrisas”.

Epifanía y días libres.

-Emmanuel Zavala