Recordemos hoy a nuestro Caudillo riojano, Facundo Quiroga, en el 190° aniversario de su paso a la Inmortalidad. Si bien ultimado de forma canalla por una partida de matones comandados por quienes desde siempre han servido a intereses anglicistas, entregando la Patria desde sus primeras horas por unas 30 monedas. Pagaron con sus vidas gracias al proceder de Juan Manuel de Rosas, quien asumiendo por plebiscito del pueblo la Suma del Poder público, logró ponerle punto final a los asesinatos que en pocos años hubieron de caudillos federales por parte de los unitarios.

Desde el fusilamiento de Dorrego, pasando por el del general Villafañe; el del gobernador de Salta, el general Latorre; y el asesinato del coronel José Santos Ortiz, secretario de Quiroga. Son asesinatos que conmovieron a un Rosas que no quería volver a la gobernación, a la política de enanos, de traidores, de vendepatrias que desde siempre tenemos dentro y fuera del estado. El plan siniestro de estos asesinatos selectivos era debilitar para eliminar la Confederación mediante una guerra que le declararían la Banda Oriental y Bolivia. Son hechos aberrantes de personajes sin principios, sin moral, sin pertenencia nacional, que inspiraron a escribir a Rosas lo siguiente: "el sacudimiento será espantoso, y la sangre argentina correrá en porciones"

Quiroga logró evitar que la guerra entre los gobernadores de Salta y Tucumán escalara, y que Jujuy, que logró separarse de Salta, sea anexada por Bolivia. Cuando volvía de su misión de pacificación de las provincias, una partida cordobesa de matones, al mando del capitán Santos Perez, quien cumplía órdenes de los hermanos Reinafé, caudillos de Córdoba y enemigos acérrimos de Quiroga y de Rosas, interceptaron en Barranca Yaco la comitiva de Quiroga y le dieron muerte a todos.

Hoy no padecemos muertos políticos, padecemos la muerte de la política nacional. Hoy nuestros políticos no son asesinados, sino que son ellos los que entregan al muere a la Nación  y a su Pueblo. Era lo que querían hacer en 1835 los unitarios, pero hoy, casi doscientos años después, no necesitan eliminar hombres públicos, porque hoy sólo hay entreguistas y traidores. Hoy tenemos cientos de Reinafé en el Estado, y en los organismos de poder extraestatales. Nos falta el Rosas que los ajusticie en nombre de la Patria.

Hoy te recordamos en tu 94° natalicio, María Estela Martínez por siempre de Perón, o, con más cariño, Isabel.

Es la última peronista leal con vida. Vedada en Argentina y en su historia. La verdad podrá ser ocultada, mas nunca eliminada. Y su persona, tanto como mujer, esposa, presidente, prisionera y exiliada, es una estrella que aún hoy nos indica el camino de pura Lealtad (al Pueblo argentino, a la Doctrina Justicialista y a Perón) y de alta responsabilidad que debemos tener los argentinos que nos sentimos llamados a defender, proteger y reencausar a nuestra Patria.

No se puede entender la historia argentina, ni al justicialismo ni a Perón, sin Isabel como primera mujer presidente de Argentina y del el mundo. Sin saber sus obras en pro de la Patria en lo económico y en lo social; sin saber sus actos en defensa de la nación en contra del invasor inglés. Su afán por expandir las fronteras nacionales de soberanía hasta la Antártida. Tampoco debemos olvidar los conflictos internos que de izquierda y de derecha la terminaron por sacar del poder de forma TRAIDORA y COBARDE, no tanto hacia Isabel, sino al Pueblo argentino todo. Y mucho menos debemos olvidar a quienes diciéndose "peronistas" la hundieron más en el olvido en los 80, 90 y 2000.

Hoy, sólo pedimos memoria en su Honor como última verdadera representante del Justicialismo en el poder y con vida; y justicia histórica para que sea reconocida como presidente argentina como debe ser, con un busto suyo en el Salón de Honor de la Casa Rosada. Un gran avance conseguimos el año pasado, y es la entronación de su magnífico e ilustre busto en el Congreso de la Nación, reconociéndola como vicepresidente.

Que tu permanente ejemplo de Lealtad, aún en las peores condiciones de vida o lejos en el exilio, nos sirvan como nítido ejemplo a seguir por todos los peronistas leales que aún existimos en esta Tierra nuestra y que aún luchamos por ella.

Uno de nuestros más grandes próceres, que mucho antes de su papel como militar al servicio de la naciente patria, fue destacado funcionario público y emprendedor de grandes ideas, tanto en lo económico (proteccionismo y subvenciones a la industria local) como en lo educacional (escuelas primarias y técnicas) y lo comunicacional (periódicos), que eran muy adelantadas para la época en el todavía Virreinato del Río de La Plata, pero que eran las recetas de los países que ya se demostraban pujantes en sus industrias. Lamentablemente, las invasiones inglesas, los sucesos de Mayo, y las guerras por la Independencia (en todos participó activa y militarmente), cambiaron los vientos de nuestro territorio, mermaron nuestros recursos y nuestra población, y entre cambios políticos y una gran grieta fatal entre federales y unitarios, entre liberales y proteccionistas, entre patriotas y entreguistas, nada de sus ideas más importantes pudo llevarse a cabo sino muchas décadas después.

Definitivamente, al genio de Belgrano le debemos nuestra enseña patria. Su creación le valió castigo y desprestigio a su persona por quienes la patria es una mera mercancía, pero para la posteridad del pueblo, fue símbolo de la unión y de la fuerza, y guía de la victoria en la guerra y del trabajo y la cultura en la paz. Fue mucho más que una bella tela. Significó el nacimiento de una nación, de un pueblo y de una gran empresa en lo universal.

Nuestra bandera hoy tiene 212 años de historia. Para algunos es poco tiempo, pero para los que miran para adelante y crean, son suficiente méritos en victorias, en hechos fundantes, en personalidades valiosas y destacadas, en cultura y en pueblo para ser protagonista del futuro, de un gran futuro, en todo tiempo y lugar de la tierra donde ellos la condujeren. Para los que miramos para adelante, sin olvidar el pasado, es el vínculo indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras.

Y es lo que nos antecede, nos preside y nos precede, flotando con honor y gloria. Es a la que le juramos lealtad y defenderla hasta morir antes que verla humillada. Solo nos resta desear que a su sombra la nación argentina acreciente su grandeza, por siglo y siglos. Y que sus colores, su significado, su valor histórico y cultural, sea para todos los hombres mensajera de libertad, signo de civilización y garantía de justicia.

Desde el MRTP, recordamos a Belgrano por sus virtudes políticas y militares, por su energía, determinación, coraje y patriotismo apasionado. Dio su salud y vida en servicio leal a la Patria, muriendo en la pobreza y olvidado por sus contemporáneos. Pasó a la Inmortalidad el mismo año en que la joven Argentina, la Patria que el vio nacer y ser protagonista de su defensa y liberación, de sus instituciones y de sus símbolos eternos, entraba en una etapa de anarquía y divisiones fratricidas.

Hoy, nuevamente nos amenazan vientos de anarquía y disolución. Y necesitamos de hombres que sigan el legado y ejemplo de nuestros próceres nacionales, de Belgrano, de San Martín, de Liniers, de Saavedra, de Güemes, de Rosas... en defensa de los intereses y la integridad de la Patria.