"Señor, por tus cinco sagradas llagas sálvanos".

Santa Isabel de Hungría

“El catolicismo es lo único que previene a la degradación del hombre a ser esclavo de su época”

G. K. Chesterton

"El hombre y la mujer caminan de la mano hacia el Reino. Cristo llama al hombre y a la mujer a la vez, sin distinción, unidos por Dios y unidos por la naturaleza, haciéndolos partícipes de las mismas acciones y tareas en admirable armonía. Mediante el vínculo matrimonial, Dios hace de dos uno y de uno dos, de tal manera que se descubre un otro yo sin perder la individualidad ni mezclarse en la dualidad."
San Pedro Crisólogo, Padre y Doctor de la Iglesia

“𝘕𝘈𝘋𝘐𝘌 𝘙𝘌𝘡𝘈 𝘗𝘖𝘙 𝘔Í”

𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 “𝘌𝘭 𝘗𝘶𝘳𝘨𝘢𝘵𝘰𝘳𝘪𝘰, 𝘜𝘯𝘢 𝘙𝘦𝘷𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘗𝘢𝘳𝘵𝘪𝘤𝘶𝘭𝘢𝘳”, 𝘴𝘦 𝘭𝘦𝘦 𝘭𝘰 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦:

«𝘔𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘰𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘮𝘢ñ𝘢𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘙𝘦𝘭𝘪𝘨𝘪𝘰𝘴𝘢 𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢𝘯𝘢 𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪ó 𝘥𝘦𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘮í, 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤ó 𝘺 𝘥𝘪𝘫𝘰: “¡𝘈𝘭𝘢𝘣𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘢 𝘑𝘦𝘴𝘶𝘤𝘳𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦!” 𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘢ñ𝘢𝘥𝘪ó:

“𝘏𝘪𝘫𝘰 𝘮í𝘰, ¿𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘳𝘦𝘻𝘢𝘳 𝘱𝘰𝘳 𝘮í? 𝘕𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘳𝘦𝘻𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘮í 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘦 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘰 𝘦𝘯 𝘨𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘢𝘻, 𝘤𝘰𝘯 𝘧𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘢𝘯𝘵𝘪𝘥𝘢𝘥, 𝘺 𝘮𝘪𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘏𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢𝘴 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘱𝘪𝘦𝘯𝘴𝘢𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘗𝘢𝘳𝘢í𝘴𝘰 𝘺 𝘯𝘰 𝘳𝘶𝘦𝘨𝘢𝘯 𝘱𝘰𝘳 𝘮í”.

𝘓𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘦𝘵í 𝘲𝘶𝘦 𝘰𝘳𝘢𝘳í𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘺 𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘴𝘰 𝘮𝘶𝘺 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢. 𝘋𝘦𝘴𝘱𝘶é𝘴 𝘥𝘪𝘫𝘰:

“𝘊𝘰𝘮𝘰 𝘷𝘦𝘴, 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘈𝘯𝘵𝘦𝘴𝘢𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘢𝘳𝘢í𝘴𝘰, 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘌𝘴𝘱𝘰𝘴𝘰, 𝘭𝘢𝘯𝘨𝘶𝘪𝘥𝘦𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘰𝘳; 𝘺 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘪𝘮𝘱𝘶𝘭𝘴𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘦𝘮𝘢 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢 𝘺 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘯𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘵𝘰𝘳𝘵𝘶𝘳𝘢”.

𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰, 𝘭𝘭𝘦𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪ó𝘯, 𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘢𝘭 𝘊𝘪𝘦𝘭𝘰, 𝘥𝘪𝘫𝘰:

“𝘋𝘪𝘭𝘦 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘮á𝘴 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦𝘴 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘛𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘯𝘰 𝘴𝘰𝘯 𝘮á𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘺 𝘩𝘶𝘮𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘴𝘶𝘣𝘭𝘪𝘮𝘦𝘴 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘶𝘳𝘨𝘢𝘵𝘰𝘳𝘪𝘰. 𝘓𝘢 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳 𝘧𝘦𝘭𝘪𝘤𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘶𝘯 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘊𝘪𝘦𝘭𝘰. ¡𝘌𝘴 𝘭𝘢 𝘣𝘪𝘦𝘯𝘢𝘷𝘦𝘯𝘵𝘶𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 𝘦𝘵𝘦𝘳𝘯𝘢! 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘪𝘯𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘶é𝘴, 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢 𝘮á𝘴 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘣𝘰𝘳𝘦𝘢𝘳 𝘭𝘢𝘴 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘶𝘳𝘨𝘢𝘵𝘰𝘳𝘪𝘰. 𝘠 𝘢𝘱𝘳é𝘯𝘥𝘦𝘵𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰: 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘮á𝘴 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢 𝘷𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘱𝘭𝘦𝘯𝘢 𝘶𝘯𝘪ó𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘋𝘪𝘰𝘴, 𝘮á𝘴 𝘥𝘪𝘴𝘮𝘪𝘯𝘶𝘺𝘦𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘯𝘢𝘴, 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘯 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦𝘳. 𝘕𝘰 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘮á𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘲𝘶í, 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘈𝘯𝘵𝘦𝘴𝘢𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘢𝘳𝘢í𝘴𝘰. ¡𝘚í, 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘶𝘳𝘨𝘢𝘵𝘰𝘳𝘪𝘰, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘪𝘯𝘦𝘧𝘢𝘣𝘭𝘦𝘴 𝘢𝘭𝘦𝘨𝘳í𝘢𝘴!”

𝘙𝘢𝘥𝘪𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪ó 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘪 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘰𝘭𝘢𝘥𝘢».

𝘜𝘯 𝘵𝘦𝘴𝘵𝘪𝘮𝘰𝘯𝘪𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘭𝘢 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪ó𝘯 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘰𝘳𝘢𝘳 𝘱𝘰𝘳 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘊𝘪𝘦𝘭𝘰. 𝘋𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘮𝘰𝘥𝘰𝘴, 𝘴𝘪 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘊𝘪𝘦𝘭𝘰, 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘰𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳á𝘯 𝘢𝘱𝘭𝘪𝘤𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵é𝘯 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴. 𝘕𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘦 𝘱𝘪𝘦𝘳𝘥𝘦.

Me ayudarían muchísimo si lo difunden en sus historias 😊

Los monaguillos deben pasar inadvertidos. Son niños y hombres que sirven en el altar. Se deben adaptar a distintos sacerdotes, deben trabajar sin tener todos los conocimientos de ellos, no deben equivocarse y cuando se equivocan deben disimular bien.También deben escuchar instrucciones y regaños, a veces de cosas que no están en sus manos... Pero esperan con mucha ilusión y alegría cada Misa.
Tienen dos privilegios: Cuando son miembros de la Archicofradia de San Esteban, tienen Misas por su intención. Y después de cada Santa Misa en que han servido, reciben una bendición especial del oficiante.
El Administrador jamás fue monaguillo de joven, pero una vez, viendo que no había quien ayudara al padre Michel Boniface, le ofreció ser su monaguillo, con torpeza y confusión lo ayudé en varias ocasiones. También con el padre Porfirio Martínez y el Padre Lawrence Novak, sin dejar nunca la torpeza, pero con devoción, recordando que mi bisabuelo fue monaguillo de la Santa Misa Tridentina desde los seis años, hasta el día anterior a su muerte, a los 93 años. Dicen que murió en olor de santidad y yo digo, que fue por ser monaguillo.
Admiro a los monaguillos de la Misa Tridentina, tan callados, tan ordenados, tan devotos, llegan temprano, se van por último, se deben peinar bien, vestir bien, lustrar los zapatos, no distraerse, no pueden llamar la atención. Yo los conozco, por eso los admiro, no les digan nada, deben ser humildes, son semillero de vocaciones y fuentes de devoción. Representan a María Santísima y San Juan al pie de la cruz, por eso deben ser tan discretos y dar buen ejemplo.
Por: Misa en Latín, El Salvador

No le debemos nada en absoluto a Lutero.

Antes de Lutero, la Iglesia católica ya había hecho 17 traducciones completas de la Biblia del griego y hebreo al alemán, aquí menciono algunas de ellas:
La Lübecker Bibel, impresa en 1494 en Lübeck

La Otmar-Bibel, impresa en 1507 en Augsburg

La Halberstädter Bibel, impresa en 1512 en Halberstadt

La Kölner Bibeln, impresa en 1478/79 en bajo sajón

La Sorg-Bibel, impresa en 1480

La Koberger-Bibel, impresa en 1483

La Grüninger-Bibel, impresa en 1485

Martín Lutero sólo tradujo una parte de un Nuevo Testamento del latín al alemán bajo, para que fuera entendible para el pueblo común. Lutero comenzó a traducir el Nuevo Testamento en 1522, él nunca tradujo la epístola de Santiago, ni el Apocalipsis, la epístola a los Hebreos y la de Judas al contrario quería eliminarlos, los consideraba libros de paja. En 11 semanas se tradujo el Nuevo Testamento, pero lo ayudaron otros colaboradores. El Antiguo Testamento empezó a traducirlo del latín, pero él no lo terminó fueron sus más cercanos amigos, la Biblia luterana se publicó en 1534 y tenía los 7 libros llamados deutercanónicos. Libros que él quería eliminarl, pero los verdaderos traductores del Antiguo Testamento de la Biblia luterana los dejaron.

Traducciones de la Biblia había en más de 300 idiomas y dialectos hacía el año 1500, la Iglesia católica se valía de esas traducciones para que sus sacerdotes y frailes llevarán el Evangelio. Leyendoles.

Antes de la Biblia del Oso, la del Cántaro que son el antecedente de la actual Reina Valera traducciones del latín al español, ya la Iglesia católica había hecho varias traducciones del latín al castellano como la Alfonsina del siglo X, en 1944 el P. Alberto Colunga Cueto y el P. Eloino Nácar Fuster hicieron la primera traducción de las lenguas originales griego, hebreo y arameo al castellano posteriormente salieron otras traducciones de las lenguas originales como la Navarra y la Antigua Biblia de Jerusalén mucho mejores que cualquier Biblia protestante.

Si la Biblia llegó a la gente fue gracias al católico Johannes Gutemberg inventor de la imprenta. Una de las mentiras más grandes ha sido calumniar a la Iglesia católica de que prohibía la lectura de la Biblia, cuando lo cierto es que solamente los monjes, frailes y sacerdotes sabían leer. La gente ni siquiera sabía leer y no tenían Biblia, pues todavía no había imprenta.

Finalmente sentí que alguien me agarró por los hombros con unas manos muy suaves, y de una forma tal como diciendo: “Tranquilo”. Levanté mi cara y pude ver que era la Santísima Virgen, toda esplendorosa y llena de luz, y acompañada de muchos ángeles. Bajó su rostro hacia mí y me miró con esos ojos llenos de un profundo amor y paz, me sonrió de forma suave y me dijo: “Todo está bien, no temas. Todo esto que ves, debes contarlo a las personas. No es para causar miedo ni asustarlas. Es para que los que te escuchen, tomen consciencia, se conviertan y se salven. Tienes que hablar de esto”.

En ese instante perdí el sentido y regresé a mi cuerpo. Cuando abrí los ojos, vi que mis hermanos me miraban extrañados y me preguntaban si estaba bien. Yo temblaba del miedo y sentía que mi cuerpo ardía. Ya luego pude calmarme un poco y les conté que había visto el Infierno.

El espanto me duró como 2 semanas. Yo le decía a mi esposa: “Oye, pero es que todo lo que está allá afuera está mal, es pecado”. Todo me daba miedo. Salía a la calle pero con mucho temor. Así duré como 2 semanas a causa del impacto que la visión me produjo.

Pasadas las 2 semanas, yo me seguía sintiendo muy mal y en oración le dije a Dios: “Señor, por favor ayúdame, porque no sé qué hacer con esto que siento”. En la oración me fue dicho: “Calma, tranquilo, que ese destino no es para ti, con tal de que vivas como el Padre quiere”.

Y pues a partir de ahí comencé a hablar, porque me dijeron que si no hablo, estoy cometiendo pecado de omisión.

Por último decir que cuando la Virgen se me apareció, también me dijo: “Cuando me llames, llámame así: Dichosa y Bienaventurada siempre Virgen María”».