mismo idioma.

Hay mucho por aprender sobre la historia de estos países anglosajones.

No me extiendo más, espero que mi carta te haya gustado.

Yours,

Ariel

Londres 23 de julio 2024

#CartasDesdeLondres

Querido/a H,

Sigo viviendo mi primer verano inglés cuyas temperaturas no tienen nada que ver con Roma donde cada día de julio se han superado los 30 grados. Aquí son al menos 15 grados menos. Pero mejor no quejarse.

La semana pasada, de lunes a viernes, viajé a Escocia. Fue mi primer viaje de vacaciones al Reino Unido. Lo había organizado desde hace meses y fuimos en el auto de un amigo. El viaje fue largo y placentero porque no conduje yo.

Edimburgo, la capital de Escocia, es fresca, mágica, juvenil y amigable. Llena de muñecos y muñecas pelirrojos y tatuados, vistiendo franela verde o roja a cuadritos.

Al conocer los distintos niveles arquitectónicos de la ciudad me di cuenta que era el único lugar donde debían nacer tantas leyendas e historias, incluyendo la saga de Harry Potter. Lo mismo digo de sus alrededores: lugares de bosques, lagos, montañas y acantilados; siempre húmedos y fríos en los que los rayos del sol son solo una pausa entre las notas musicales de la gaita.

En este corto viaje, que fueron tres días llenos, una jornada entera lo dedicamos a conocer los alrededores y llegamos al Lago Ness (Loch Ness), el segundo más grande de Escocia y popularmente conocido por el hipotético monstruo milenario que viven en la profundidad de las dulces aguas.

Más allá del folklore el lugar ofrece paseos en barca y caminatas con paisajes naturales de ensueño, pero a las 5 de la tarde todo cierra y los turistas pueden marcharse por favor, porque aquí no hay nada más para ustedes. Fue esto lo que sentí.

Gracias a que estábamos en coche privado llegamos el mismo día a las Tierras Altas de Escocia, donde se encuentra el icónico Puente de Glenfinnan, por el que pasa un ferrocarril y que se ha hecho famoso en una de las películas de Harry Potter. Aunque no soy fanático de la saga, valía la pena atrapar la oportunidad de conocer este lugar colmado de “peregrinos” devotos del pequeño mago.

Volviendo a Edimburgo, percibí algo de su historia, del aire independentista que se respira, de una historia llena de luchas entre realezas que han inspirado leyendas infinitas, de una forma distinta de hablar inglés y que hacen de esta ciudad una joya única, con una historia enorme que merece la pena estudiar para entender mejor el Reino Unido.

Cuando me acerqué al castillo de Edimburgo, caminando por la Royal Mile, las entradas para visitantes estaban agotadas. En la explanada de frente al ingreso general del castillo habían construido una especie de stadium enorme, era una estructura metálica y estaba llena de butacas, esa mole impresionante se había levantado para el tradicional festival militar “Tatoo” de Escocia, que tiene lugar en agosto y dura solo seis días. Me impresionó ese patriotismo.

Conocer este nuevo país dentro de la misma isla me hizo palpar que el Reino Unido son varios países. Cada uno semi independiente, porque el primer ministro de Londres predomina sobre las otras autoridades locales, y si ya es complicado entender esto, se debe añadir que la figura del Rey también tiene un rol en todos los países británicos en el que Inglaterra – uno de los países del Reino Unido – no tiene una constitución.

De hecho, ahora que ahora que Inglaterra tiene un nuevo ministro, la semana pasada el Rey leyó un discurso ante el nuevo gobierno laborista. Para mí, fue curioso que el rey Carlos mientras leía su discurso, mencionaba: “en mi gobierno, en mi gobierno”. Lo entendí después, cuando me explicaron que el nuevo primer ministro escribe el discurso con los planes que pondrá en acción, y el Rey da lectura a ese texto del primer ministro. Esta es la mejor manera de entender que los poderes del rey no son absolutos.

Lo único que hasta ahora entendí bien es que el Reino Unido es una monarquía constitucional, pero que está conformado por cuatro países constituyentes (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Por lo tanto, jamás confundas a un inglés con un escocés, sería como confundir un brasilero con un argentino, aunque hablasen el

Por ejemplo, en la ciudad hay una gran demanda de personas que entregan a domicilio la comida o las compras. Esos trabajadores inundan las calles con sus bicis eléctricas. Ahora bien, muchas personas que han regulado su situación migratoria aplican a empresas como Uber, Just Eat, o Deliveroo… ¡hay tantas! Y estos nuevos inscritos, subalquilan sus credenciales a otras personas quienes, por tener una situación irregular, no pueden trabajar en el sector. Hay muchas dinámicas de sobrevivencia que se van creando. Esto sucede en todas las capitales, pero las empresas se desentienden por la gran demanda de trabajadores, de otra manera activarían el reconocimiento facial como ya sucede en otras capitales europeas.

Termino mi carta contándote otra faceta dramática y real de los submundos y sobrevivencia de esta ciudad.

Ya te había explicado que para entrar el Reino Unido, después que este país dejó la Unión Europea, es necesario una visa de trabajo y, previamente, una carta de sponsor (sponsor letter). Ahora, las empresas o instituciones se hacen cargo de contratar e importar los recursos humanos hasta el Reino Unido.

Este sistema funciona muy bien sobre todo con el personal de enfermería que encuentra trabajo en el sistema de salud estatal y privado del país.

En esta marisma de burocracia migratoria que se ha creado, un joven sudasiático que he conocido (y a quien no deseo comprometer por su testimonio) pagó 17.000 libras (esto es más de 21.000 dólares) a un intermediario que lo trajo con un contrato ficticio hasta Londres. Aparentemente, esta empresa no existe físicamente pero está registrada en Londres y puede extender las cartas de patrocinio, así que desde otros continentes los interesados pagan a intermediarios entre las empresas ficticias y el interesado (normalmente jóvenes profesionales), que una vez llegados a la ciudad, no puede trabajar legalmente, porque la empresa no existe y si quisieran trabajar en otra empresa necesitaría otra sponsor letter, que es muy difícil de conseguir, porque las empresas no están dispuestas a pagar el costo de traer un extranjero hasta esta nación.

Así, que el joven en cuestión, aunque es analista de sistemas, trabaja en un depósito comercial en el que le pagan en efectivo y con ese dinero tendrá que pagar su deuda, mandar dinero a su país, y si puede, vivir en Londres, quisiera añadir “vivir dignamente” pero no será el caso.

Casos como estos se repiten a montones y no solo en esta capital sino en todas las grandes ciudades. Aunque hay también historias con final más humano, porque también conocí a una muchacha que hace algunos años escapó de la guerra en Siria, llegó a Londres escondida en un camión y después de conseguir su estado de refugiada, convalidó sus estudios de dentista y hoy trabaja y sigue estudiando un doctorado.

Esto también es Londres.

Yours,

Ariel

British Museum

Martes 28 de mayo 2024
#CartasDesdeLondres

Querido/a N,

Hoy decidí regalarme un té de la tarde en un lugar tranquilo y tradicional cerca de Covent Garden, la zona que aglutina los famosos teatros que publicitan espectáculos musicales y obras con actores estelares.

Al tomar el té, acompañado de una torta de zanahoria, observo a la gente e imagino sus conversaciones, sus viajes y proyectos que fluyen entre un sorbo y otro, bajo las lámparas art-decó y las notas agudas del piano que acarician los oídos.

Pienso, que esta curiosidad e inventiva que me abruman tendrían que transformarse en la disciplina que los escritores serios enseñan para plasmar sus historias sin posponer sus proyectos.

Es martes y al ser mi día libre, quise hacer algo especial y distraerme visitando una familia que me abrió las puertas de su hogar. Tuvimos un almuerzo agradable y conocí algunos futuros amigos. Tengo la impresión de que en Londres todo el mundo está de paso y esto ya lo había experimentado en Roma, pero en esta capital esa característica está más marcada. Incluso, es el tema recurrente con algunas personas de la parroquia que se encuentran en el proceso de decidir dónde echar sus raíces, y al parecer Londres no es una opción para su niños.

Pero volviendo a mi día. Fui a conocer el museo de los cirujanos, se trata del Museo Hunterian que pertenece a la Real Academia de Cirujanos. El lugar estuvo en remodelación por varios años y finalmente lo conocí. Para visitar el lugar es necesario un estómago de hierro, porque los animales, fetos humanos, cráneos deformes y un sin fin de corporalidades bestiales, están expuestos en vitrinas y muchos elementos están dentro frascos. Un rostro de mono por aquí, un testículo humano inyectado de mercurio para ver las venas, centenares de reptiles y lagartos, además de esqueletos de todo tipo.

Por algunas lectura que había hecho, en ese lugar se exponía el esqueleto de un gigante irlandés, que ahora está escondido porque los familiares reclaman los restos mortales. Todavía quedaba algún vestigio del gigante a través de imágenes y textos.

Poco a poco, semana tras semana, le voy perdiendo el miedo a esta gran ciudad y voy conociendo las varias facetas de esta urbe. Me alegra que cuando estoy de frente a algo nuevo, me siento una esponja que absorbe las historias y tradiciones de la ciudad.

También te cuento que pronto habrá elecciones, y estoy seguro que conoceré algo más de los ingleses y su política. Ojalá vengan mejores días para la economía de este país en crisis. Por cierto, al parecer un político habría sugerido que las familias inglesas tienen que estar preparadas en casa para cualquier tipo de crisis natural; y sus palabras han originado un alarmismo totalmente incomprensible en Sudamérica, porque los "tik-tokeros" y periódicos digitales poco serios han comenzado a difundir informaciones falsas sobre una inminente catástrofe en Londres. Incluso, recibí mensajes desde Bolivia, preguntándome: "¿qué está pasando en Londres, por qué no me cuentas la verdad?" y yo con mi cara de ¿pero que xxx está pasando? En fin.

Por ahora, tomo mi té que se está enfriando y quiero disfrutarlo al máximo porque con el costo de vida de la ciudad, hoy no se cena. Londres, Londres.

Te escribiré muy pronto.

Yours,

Ariel

Londres 21 de mayo 2024

#CartasDesdeLondres

Querido/a L,

Han pasado ya cuatro meses desde mi llegada y voy sumergiéndome cada vez más en esta nueva vida londinense.

Alguna vez, cuando veo zorros por mi barrio pienso:
los turistas ven ardillas en los parques, pero nunca zorros por las calles. Los turistas ven los icónicos buses rojos de dos pisos, muy modernos, pero no saben que en las paradas del transporte público las bancas son oblicuas para que las personas que viven en la calle no duerman allí, especialmente mientras llueve.

Como todas las grandes ciudades, hay una cara para los turistas y otra para los residentes. Ellos -los visitantes- admiran los rascacielos que continúan construyéndose en la ciudad, pero ignoran que los habitantes de las casas populares, ahora ya no tienen donde vivir y tendrán que encontrar alojamiento, en medio de un mercado inmobiliario que no conoce la humanidad.

Pero estas son las reglas de las grandes metrópolis. Como todo, tiene dos caras.

Por lo que se refiere a mi experiencia, te comento que mayo está siendo un mes lleno de actividades, entre primeras comuniones y otros compromisos parroquiales. Hace unas semanas nos visitó el Nuncio Apostólico y fue un momento importante para la gente porque, al fin y al cabo, ese arzobispo español, que además es diplomático, representa al Papa en este país. Después de la misa solemne del domingo, todos fuimos a la escuela de alado para un momento de confraternización, hubo muchas fotos, apretón de manos, y vasos de plástico con refrescos y vino que brindaron.

Días después, esos momentos que rompen la monotonía, siguen siendo motivo de conversación y comentario entre los parroquianos, que guardarán un buen recuerdo de esa fiesta.

Luego, en mi día libre, que como sabes, son los martes, intento descansar mi mente y descubrí que lo mejor es “alimentarla” -permíteme la expresión- con arte en cualquiera de sus expresiones: fotografía, pintura, historia, arquitectura, etc. Y esto, es algo que nunca falta en Londres, aunque sea en un día lluvioso. Los museos están abiertos y todavía son gratuitos.

También el clima está más agradable, los días son ya bastante largos porque la puesta del sol es poco antes de las 9 de la noche. Además, la temperatura es tibia. Claro, nunca se sabe cuándo lloverá, y en un mismo día se puede pasar, del frío al calor, o del sol radiante a los chubascos. Pero, sabes una cosa, me está gustando.

Te seguiré escribiendo y espero que mantener la disciplina para perder el miedo a la hoja en blanco.

Hasta muy pronto.
Yours.

Ariel

en una ciudad tan icónica como Londres.
Así que hoy no hice nada especial pero disfruté de la improvisación y fue maravilloso.
Hasta la próxima.
Yours. Ariel

Martes 7 de mayo 2024 #CartasDesdeLondres
Querid@ M,
Como todos los martes hoy fue mi día libre y no tengo grandes cosas especiales que contarte, sino cosas pequeñas y sencillas que me hicieron feliz.
Ya sabes que la semana pasada pasé unos días en Roma y fue una experiencia curiosa volver al lugar que considero mi casa, pero esta vez como visitante. Había regresado de Italia directamente a trabajar porque la vida de la parroquia no se detiene nunca, y hoy martes me tomé un día libre para calibrar mejor la nostalgia italiana y la emoción de la experiencia londinense.
Hoy me dejé llevar por el viento, nada planeado. Cuando me desperté me di cuenta que era un día lleno de sol, a diferencia de ayer que llovió todo el día. Así, que no desayuné en casa, busqué en Google un lugar de desayunos ingleses tradicionales y baratos y me dirigí allí caminando. Todavía no eran las 9 de la mañana y al pasar por la boca del metro vi una fila enorme de los oficinistas que van al trabajo. Me impresionó, porque recién entendí qué significa “la hora pico”. Si las colas eran tan largas por la calle, seguramente, dentro a decenas de metros bajo tierra el hacinamiento sería mayor como un hormiguero en guerra. Bueno, caminé unos diez minutos y llegué a un barrio donde no había estado nunca y me dirigí a la cafetería, ordené un desayuno inglés con jamón, hongos y huevos fritos. Estas cafeterías se llaman tradicionalmente “cucharas grasientas” porque, en efecto, muchas cosas del menú son preparadas con aceite y antiguamente con grasa.
Creo que si el lugar es tradicional, siempre habrá obreros por la mañana, vestidos con sus trajes fosforescentes y sus cascos por el suelo, devoran sus frijoles ingleses y salchichas fritas. En el Bar de Charlie, así se llamaba, había un par de ellos.
Alrededor de las diez de la mañana, miré el mapa en el teléfono y vi que había un gran parque cerca, me dirigí allí, y el cielo azul invitaba a seguir caminando. En mi bolsón tenía un frasco con agua y mi i-pad y cuando encontré una banca al borde del sendero, con un poco de sol y un poco de sombra, con una vista del inmenso parque, hice mío esos dos metros cuadrados y me senté a leer el libro digital que estoy devorando estos días y que trata sobre las costumbres, reglas no escritas y cultura inglesa. Me está siendo útil porque me ayuda a entender mejor la idiosincrasia inglesa. Por ejemplo, hace unos días me crucé con el vecino de casa, con el que no tengo ningún trato y no sabría cómo saludarle para no ser invasivo ni descortés, y el libro sugería comentar el clima, que alguna frase de circunstancia sobre la lluvia, el sol o el frío, sería suficiente. Dicho y hecho, funcionó a la perfección.
Estuve en el parque por más de una hora, leyendo en inglés en voz alta, no para hacerme compañía, sino para practicar la lectura y no distraerme con la gente que pasaba conversando en voz alta entre ellos. Pensé, si ellos conversan en voz alta con sus perros, por qué no voy a hacer lo mismo con mi libro digital.
Ya cuando se acercaba el mediodía, me dirigí a un restaurante boliviano que me habían recomendado. Me dirigí al metro y luego tomé un bus. Llegué al restaurante en la zona de Elephant and Castle, y el lugar era sencillo pero limpio, la oferta en días de semana era reducida, pero al final degusté la sopa y el “falso conejo”, con una bebida típica. El lugar, en su sencillez, ofrece comida fresca y con buen sabor, aunque lastimosamente, como todo restaurante latino, el silencio y la tranquilidad duró poco, porque el mesero o dueño prendió la televisión y puso música a un volumen ensordecedor. Se paga poco y se come bien, me consolé.
Luego, a las dos de la tarde tomé un bus y me dirigí al centro para caminar y tomar un café cerca de la estación de trenes Victoria, que hoy no estaba muy llena, porque había huelga de trenes. Aunque son lugares que ya conozco, el paseo, con un clima primaveral tan agradable, siempre es maravilloso y me puse feliz. Feliz porque podía caminar bajo el sol