​#Relato *LA MALDICIÓN DE LOS MARTÍNEZ.

La familia Martínez era conocida en todo el pueblo de Valderías por su prosperidad y amabilidad. Poseían una extensa finca donde cultivaban los mejores frutos de la región y eran respetados por todos. Sin embargo, esa buena fortuna comenzó a cambiar de manera abrupta y sin explicación.

Todo empezó una noche de invierno, cuando el patriarca de la familia, Don Eduardo Martínez, encontró una vieja caja de madera en el ático de la casa. La caja estaba cubierta de polvo y tenía grabados extraños que ninguno de ellos reconocía. Al abrirla, encontraron un antiguo espejo con un marco tallado de forma exquisita pero inquietante. Sin saber de dónde había salido ni qué hacer con él, lo colocaron en el salón principal, pensando que podría ser una pieza interesante.

Desde ese momento, cosas extrañas comenzaron a suceder. Mariana, la hija menor, empezó a hablar con alguien invisible en su habitación. Decía que una mujer, reflejada en el espejo, le contaba historias perturbadoras cada noche. Al principio, la familia pensó que eran imaginaciones de la niña, hasta que otros miembros de la familia también empezaron a tener visiones y pesadillas.

Las noches se llenaron de ruidos inexplicables: pasos en el pasillo, susurros en las paredes y puertas que se cerraban de golpe sin motivo. Don Eduardo empezó a enfermarse sin razón aparente; los médicos no encontraban nada físico, pero su salud se deterioraba rápidamente. Su esposa, Doña Clara, notó que la imagen en el espejo parecía cambiar, reflejando rostros distorsionados y escenas macabras que no correspondían a la realidad.

Desesperados, los Martínez acudieron a la iglesia del pueblo. El sacerdote, al escuchar la historia, les habló de una antigua leyenda sobre una mujer acusada de brujería siglos atrás. Según la historia, había sido encerrada en ese espejo como castigo, maldiciendo a cualquiera que lo poseyera.

Decididos a romper la maldición, la familia llevó el espejo al bosque, donde, según la leyenda, debía ser destruido. Al llegar a un claro, intentaron romperlo, pero el espejo resistía todos sus esfuerzos. En medio de la desesperación, Mariana, guiada por un impulso inexplicable, comenzó a recitar una antigua oración que había escuchado en sus sueños. Al terminar, el espejo se hizo añicos, liberando un grito ensordecedor que resonó en todo el bosque.

Con el espejo destruido, la calma volvió lentamente a la casa de los Martínez. La salud de Don Eduardo mejoró y las pesadillas cesaron. Sin embargo, la familia nunca olvidó la experiencia. El espejo se había llevado una parte de su tranquilidad para siempre, y aunque la maldición parecía rota, el miedo a lo desconocido seguía latente en sus corazones.

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​#Curiosidades *Una de las historias más 'conmovedoras' relacionadas con el transtorno de la necrofilia, es la del médico estadounidense Carl Von Cosel, quien en 1931 desarrolló una obsesión por María Elena de Hoyos, de 22 años, una de sus pacientes en Florida, a quien trataba por tubercolisis.

Profudamente enamorado de la joven, tras su muerte pidió permiso a la familia para construirle un mausoleo en el que la visitaba todas las noches y preservaba su cuerpo en formaldehído. Para 1933 trasladó el cuerpo a su casa, lo metió en cama y llenó un guardarropa para vestirla.

La hermana de Elena descubrió el robo del cuerpo 7 años más tarde, se dirigió a la casa de Von Cosel y encontró el cuerpo tendido en la cama con una máscara de cerámica cubriéndole el rostro: los huesos estaban unidos con cuerdas de piano, su piel era tratada con cera, sus ojos eran de cristal y estaba rigurosamente perfumada para enmascarar el olor a putrefacción.

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