La Coloma es una comunidad costera rodeada de agua, en maldita circunstancia, por todas partes. Convive, de algún modo, un pueblo cuyo sustento está atravesado en su mayoría por los pequeños beneficios de la pesca.

Ahí vive la Negra, una mujer de 42 años, valiente como nadie, quien enfrenta la vida como quien se inventa el futuro día trás día. Padece de una enfermedad que, en esta memoria de azares, no logro recordar. Pero su rostro, en estos días, sigue figurado en mi memoria.

Una y otra vez ha sufrido, a través de los años, malformaciones acompañadas por hinchazón. Su padre, Luis, no sabe siempre qué hacer con las convulsiones de su hija, pero sabe hincar el alma y burlarse de la tragedia. No la ha abandonado, jamás. Él, un trabajador del puerto, ahora jubilado para cuidarla, sabe lo que es ganarle una batalla al mar enbravecido y a esta enfermedad, no menor. O al menos lo intenta.

La Negra, como cariñosamente le nombran, perdió a su Mami hace casi un año producto de un cáncer de mamas muy invasivo. Ella era su cuidadora, una mujer que dedicó sus años de vida a la atención de su hija y Luis extraña a su esposa, la excelente mujer que lo acompañó 45 años, excelente en todo – ella era muy buena y él echá pa´lante – cuenta con tristeza, pero con fe.

Papi Luis es quien asume ahora a tiempo completo este rol. Un hombre de unos 70 años, delgado y quién además nos confiesa sufrir de ataques de nervios, le duelen un poco las rodillas, pero debe seguir por María Merced (La Negra). Eso lo tiene claro. Lo demás, nos dice, hasta que Dios quiera.

La Negra y su papá no escapan del apoyo de la comunidad, esa que sabe abrazar los espamos. Hoy buscan ayuda para que una persona la atienda y su padre pueda regresar a trabajar dado, además, que la pobreza se asoma con alevosía, ingresos escasos, y una tierrita en el camino que te alerta el lugar donde entrarás -quiero pensar que suelo santo es-.

Allí llegamos nosotros y nosotras con la vocación de servir. Insistiendo en la ternura colectiva y humana en tiempos en el que se vislumbran, con más fuerzas, la insistencia de la esperanza. La Negra, Luis y Mami recibieron ese abrazo. Lo sé.

✒ Cami Calcines Guerrero y Llanisca Lugo González. (Equipo de Solidaridad)

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