Alain de Benoist.

(En el 80 aniversario del natalicio del maestro Alain de Benoist, reproducimos este escrito de nuestro estimado Juan Pablo Vitali en su honor)

De todos autores que he leído en mi etapa de formación, seguramente Alain de Benoist es a quien más respeto, de lo pocos a quienes sigo respetando.

Creo que no ha sido comprendido. No se ha disfrazado nunca. Siempre ha dicho cosas que no les han gustado a los que se creían cercanos. Ha sido realista, no ha prometido ni idealizado mundos totalitarios presentes, pasados o futuros.

Ha sido tan profundo como sencillo, pero la gente nunca ve lo profundo en lo sencillo. Ha sido creativo, algo imperdonable por cierto. Creativo con los mismos elementos con los que contamos durante milenios, pero que nadie sabe ver y combinar.

Directo y sencillo, sin enturbiar las aguas para que parezcan más profundas: un pagano posmoderno, de los pocos que han podido deshacerse del peso y de los condicionamientos iluministas o abrahámicos.

Pero es más rentable el show, el misterio, los tipos a la manera de Donovan o Vikernes, caricaturas al fin. O la espiritualidad ambigua de un tradicionalismo promiscuo con los poderes del momento, como Evola o Guenón: gente que buscaba la iluminación a la sombra de la fama, que es justamente lo contrario a la iluminación

Los que son de verdad son olvidados, porque no le dan a la gente lo que la gente quiere que le den: espejitos de colores, disfraces para los sábados por la noche. En eso no son diferentes los supuestos "disidentes" a los demás habitantes de este mundo extraño y anti natural. Vivimos en un mundo y en una época visual, cosa que Spengler (otro ignorado) ya dijo en su momento.

La gente tiene una imaginación deformada: tribus posmodernas, reaccionarios de la tradición unificada, repetidores de cosas sin sentido, fuera de contexto, sin ninguna originalidad: no generan poder, no generan arte, no generan más que imágenes y pulsiones espirituales mal enfocadas.

Alain de Benoist, como Guillaume Faye, terminan denostados por los que ayer los admiraban, cuando ya no dicen lo que toda esa gente que no entiende más allá de la superficie, ni está a la altura de su pensamiento quiere oír.

Juan Pablo Vitali.

Samhain.

Los ciclos cósmicos y la ley natural, fueron dejando paso a la dialéctica perversa del cristianismo, a la clasificación de diabólico a todo lo que la iglesia y la ideología del dios único abrahámico no entendía ni podía manejas.

Una destrucción de milenios de cultura había comenzado con la intolerancia religiosa del monoteísmo, paso previo de la globalización espiritual a la globalización material. Sin espíritu la resistencia no encuentra rumbo ni sentido.

A la pérdida del espíritu sigue la pérdida de la materia, finamente entrelazadas por la sangre. No obstante corre por nuestra sangre un atávico sentido de lo cósmico, de lo sagrado, de lo que es natural.

Han prohibido nuestra cosmovisión, hasta el punto de convertir la palabra: pagano en el peor insulto. Pero los dioses siguen allí y los portales entre el misterio y este mundo tan limitado siguen allí. Está el cristianismo, el islam, la sociedad de consumo, el comunismo, pero los dioses siguen allí, yendo y viniendo por la sangre, por la naturaleza, por las estrellas.

Abramos las puertas a los dioses y todos será distinto: ellos son lo inalcanzable para la materia, lo que no se puede prohibir. Abramos la puerta a los muertos, a la magia, a los misterios, a la sabiduría antigua, y así como descendimos a mundos nefastos, ascenderemos a los mundos que no se pueden prohibir.

Juan Pablo Vitali.

“Paganism is a culture of natural identities, a multifaceted world of infinite richness. Everything else is the gray solitude of horror, the uniformity of spirits and aesthetics — the death of beauty, aesthetics, and the sun.”

— Juan Pablo Vitali

V-V-CXXXII

Para Juan Pablo Vitali

Ahogados en el perfume
de la podredumbre que exhala
el dulce encanto de sentirse elitista
ideales que se manufacturan
durante la masturbación de las ideas
valhallas que se alcanzan
con símbolos garabateados
en tinta sobre la piel oscura
antes que grabarlos en sangre

y antes preferimos encerrar a
esos mismos símbolos
en el papel con tinta
que actuar en el papel de verdugo
y entintar el pavimento con sangre

ser disidente son solo palabras
las palabras sobre este papel son solo tinta
y la tinta que se lee como palabras
son solo el guion del papel de aquel
que actúa como fascista

la disidencia es acción y sus palabras son las batallas
y nada más

pues si no es así
no solo mueren las ideas
sino también la vida
de aquel que sueña con la misma

y así la suástica va a extinguirse
antes que ser destruida
su giro levógiro
teme más a la embriaguez de los brazos en alto
que al embate del tiempo
y quien lo enfrenta
con el puño cerrado

ambos
tiempo e idea
han detenido el torbellino
arrullando su girar
con delicadas canciones
para un holocausto negar
en lugar de despertar el fuego
a gritos de poesía
y motivarnos a prender los hornos
al menos este dia…
...en el que te fuiste compañero.

Los nacionalistas y nosotros

Los nacionalistas apestan. Y me apresuro a aclarar que el término en Sudamérica equivale al fanatismo por los países inventados por el poder económico después de la caída del estúpido gigante comevelas español y del triunfo yanki en América del Norte.

Nacionalistas son los que se creen que una bandera y unos límites definen una identidad. A veces también agregan una religión para todos. Y cuando digo todos digo cualquier identidad que esté dentro de los límites del estado y también los que no tienen identidad alguna.

Estado, nación, religión: todas formas de opresión para las identidades que son devoradas por ellos. Por eso nunca me voy a cansar de repetir: tu dios no es mi dios, tu nación no es mi nación.

Mi nación es una identidad con una espiritualidad y una cultura específicas, más allá de cualquier frontera artificial. Nuestras afinidades nos enriquecen porque son esenciales, mientras que nuestras diferencias son las formas étnicas particulares que intercambiamos para mejorar nuestra cultura.

Hay milenios de historia detrás de nosotros. No tiene sentido entonces discutir temas de la historia europea reciente como si fueran determinantes porque no lo son. Son sí parte de nuestra cultura y los debemos conocer, sin atarnos a ellos.

Es hora de que nos centremos en nuestra propia supervivencia. Y para eso en primer lugar hay que abandonar los estados chauvinistas y sus ideologías podridas desde el inicio. No necesitamos las formas del pasado, necesitamos salvar la sangre desde su más antiguo origen y proyectarla hacia el futuro.

Nuestro nacionalismo es global porque responde al contexto de lo esencial. Sin embargo la prioridad para nosotros es América. Y cuando digo América digo la hermandad consciente de todas las etnias blancas americanas, desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. Lo demás ya hace mucho que me ha dejado de interesar.

Juan Pablo Vitali

Separatismo y unionismo

Separarse o unirse, son palabras que necesitan como todas su contexto. Y todo contexto semántico está dado por valores.

Buscamos unirnos a lo que nos resulta afín y sentimos propio. Nos alejamos de lo que nos resulta extraño y ajeno.
Cuando los blancos se separan de los otros, no quiere decir siempre que los rechacemos.

Los japoneses son bastante reacios al mestizaje, pero poca gente existe tan respetuosa como ellos. Del mismo modo respeto a quienes se merecen respeto.

Cuando los blancos se separan de otros blancos, pueden contribuir a fortalecer los matices, siempre que quede como sustrato la consciencia de la afinidad. Por eso la forma de organización política confederada nos ha sentado siempre tan bien.

Las uniones forzadas son la consagración de lo anti natural. El nacionalismo blanco debe ser confederado y global. Estamos en una etapa en la que están cayendo del todo las caretas.

Las fronteras, las ideologías y las religiones unionistas de lo diverso, no pueden ya contener el mundo con sus falsos mitos.

Los países, las ideologías y las religiones únicas han muerto: Sólo nos queda volver a la frontera invisible, interior y silenciosa de la sangre: Ser ciudadano de la nación blanca global: única vía posible de supervivencia en la situación actual.

Juan Pablo Vitali