Aunque hacemos nuestro mejor esfuerzo para expresarnos de manera clara y empática, no siempre podemos controlar cómo serán interpretadas nuestras palabras por los demás.

Cada persona tiene una perspectiva única y experiencias pasadas que pueden influir en cómo perciben lo que decimos. Por ello, es fundamental ser conscientes de este hecho y aceptar que, a pesar de nuestros esfuerzos, los malentendidos pueden ocurrir.

Al comprender que no podemos controlar completamente cómo será interpretado nuestro mensaje por los demás, podemos reducir la ansiedad que a menudo acompaña a la comunicación. Lo importante es comunicar con claridad y empatía, tratando de ponerse en el lugar del otro y mostrando comprensión hacia sus perspectivas.

¿Qué es una buena decisión?

Aquella en donde la persona que tome dicha decisión:
- no se arrepienta en el futuro.
- juzgue sus consecuencias como las más favorables y/o menos desfavorables.
- sea capaz de llevarla a cabo.
- juzgue su dificultad de realización como aceptable.

Factores disposicionales sobre la toma de buenas decisiones:

Conocimiento sobre:
- las posibles alternativas a elegir.
- las consecuencias de cada alternativa.
- el grado de dificultad de realizar cada alternativa.
- los factores que facilitan la realización de cada alternativa.

Estado:
- emocional.
- de vigilia.
- delirante.
- alucinatorio.

Habilidades:
- postergación.
- autorregulación emocional.
- análisis de situaciones.
- análisis de soluciones.
- comparación.

La preocupación por el futuro y el intento de esquivar sufrimientos venideros son comportamientos humanos comprensibles, dada nuestra capacidad innata para anticipar y planificar. Sin embargo, esta predisposición puede tener efectos contraproducentes en nuestro bienestar emocional y psicológico, especialmente cuando se convierte en una preeminencia que nubla nuestra capacidad de vivir plenamente el presente.

La aceptación implica reconocer nuestras experiencias presentes sin juzgarlas o intentar cambiarlas de manera forzada. Por otro lado, la flexibilidad psicológica se refiere a la capacidad de adaptarse eficazmente a las situaciones cambiantes, manteniendo un compromiso con acciones que están en consonancia con nuestros valores personales.

Esta postura no sugiere una resignación pasiva frente a los desafíos de la vida, sino más bien una estrategia consciente de enfocarse en lo que podemos controlar: nuestra respuesta a las circunstancias presentes. Al cultivar la aceptación y la flexibilidad, podemos reducir la carga emocional de tratar de prever o controlar todos los posibles escenarios futuros, permitiéndonos vivir con mayor plenitud y paz interior.

La paradoja del control se refiere al fenómeno por el cual, al tratar de evitar el sufrimiento a través de un control excesivo sobre las circunstancias, terminamos generando más sufrimiento. Este concepto se ve reflejado en diversas investigaciones que muestran cómo el intento de suprimir pensamientos o emociones negativas, lejos de aliviar nuestro malestar, a menudo lo intensifica.

Es importante distinguir entre esfuerzos prácticos y razonables para influir en nuestro futuro (como la planificación financiera o el cuidado de nuestra salud) y el intento de controlar de manera exhaustiva e inflexible aspectos de nuestra vida que están fuera de nuestro alcance o que dependen de una multitud de factores interconectados.

La búsqueda de la perfección es un anhelo común en la sociedad contemporánea. No obstante, la perfección es un ideal inalcanzable, un espejismo que puede conducir a un ciclo interminable de insatisfacción y estrés. La obsesión con la perfección puede ser perjudicial, ya que puede desencadenar ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos. Por lo tanto, la búsqueda de una vida perfecta puede, paradójicamente, resultar en una vida de sufrimiento.

En contraste, la opción de tolerar la incertidumbre y los errores puede parecer menos atractiva a primera vista, pero ofrece una perspectiva más saludable y equilibrada de la vida. La incertidumbre es una parte intrínseca de la existencia humana, y aceptarla puede conducir a una mayor flexibilidad, adaptabilidad y resiliencia. Los errores, las críticas y los "defectos" no son amenazas a evitar, sino oportunidades para aprender y crecer. La aceptación de estos aspectos de la vida puede conducir a una mayor autoaceptación, autocompasión y bienestar psicológico.

La vida no es un camino lineal hacia la perfección, sino un viaje lleno de altibajos, desafíos y oportunidades.

El núcleo de la terapia ACT es la aceptación de nuestras experiencias internas mientras nos movemos hacia un comportamiento orientado a valores. En otras palabras, se trata de aceptar lo que está fuera de nuestro control personal y tomar acción para mejorar y enriquecer nuestra vida, basándonos en lo que realmente importa para nosotros.

El sufrimiento humano no es necesariamente un resultado directo de las dificultades o problemas que enfrentamos, sino de cómo nos relacionamos y respondemos a estos problemas. Esta es una reflexión de los "marcos relacionales", una teoría desarrollada por Hayes que sugiere que la forma en que nos relacionamos y reaccionamos a los eventos internos y externos puede ser más perjudicial que los eventos mismos.

Por ejemplo, podríamos estar enfrentando un problema de salud, una pérdida o un cambio importante en nuestra vida. Estos son, sin duda, eventos desafiantes. Sin embargo, lo que a menudo causa más sufrimiento no es el evento en sí, sino nuestra reacción a él. Podríamos estar luchando contra él, negándolo, evitándolo o quedándonos atrapados en patrones de pensamiento negativos.

Estas formas de responder a los problemas pueden intensificar nuestro sufrimiento y hacernos sentir atrapados. En lugar de ayudarnos a resolver o superar el problema, nos mantienen atascados en un ciclo de sufrimiento. La ACT nos anima a adoptar una postura diferente hacia nuestros problemas. En lugar de luchar contra ellos o evitarlos, nos enseña a aceptar nuestras experiencias internas, ya sean pensamientos, sentimientos o sensaciones físicas, y a permitirnos experimentarlas plenamente sin juicio ni resistencia.

Al adoptar una actitud de aceptación, podemos comenzar a cambiar nuestra relación con nuestros problemas. Podemos aprender a ver nuestros problemas como parte de la experiencia humana, en lugar de algo que necesitamos eliminar o evitar.

En lugar de responder impulsivamente o dejarnos llevar por nuestras emociones, el silencio nos brinda la oportunidad de reflexionar y evaluar nuestra conducta. Al no participar activamente en la discusión, evitamos alimentar el fuego y damos paso a la posibilidad de encontrar soluciones más constructivas.

Muchas veces, nos involucramos en debates sin sentido que solo generan estrés y nos distraen de nuestras metas y prioridades. Al optar por el silencio, podemos elegir no participar en estas situaciones y enfocarnos en actividades más productivas y enriquecedoras.

Por otro lado, el silencio también nos brinda la oportunidad de mantener nuestra serenidad. En momentos de tensión y conflicto, es común que nuestras emociones se desborden y nos sintamos abrumados. Al practicar el silencio, podemos recuperar la calma, permitiéndonos pensar con mayor claridad y tomar decisiones más racionales.

No implica ignorar los problemas o evitar la comunicación. El objetivo no es evitar los conflictos, sino abordarlos de manera más efectiva y constructiva. El silencio nos brinda la oportunidad de escuchar activamente y elegir nuestras palabras con sabiduría, lo que puede conducir a una comunicación más efectiva y a la resolución de conflictos de manera más eficiente.

Nunca supongan, pregunten, así se evitan muchos problemas interpersonales, hijos del maíz.

La intuición o la suposición nunca es fiable y tiende a que cada uno cree su propia historia en la cabeza.

Y si la otra persona no quiere responder, continúen con sus actividades y su vida. Simple y sencillo.

Puede que, dependiendo de tu historial de aprendizaje, esto sea más o menos complicado, pero un buen inicio es permitirte sentir la incertidumbre de no saberlo todo.

Y esto lo puedes lograr, que cuando suceda esa sensación a la incertidumbre, esos pensamientos intrusivos, esas sensaciones y esas emociones les permitas estar allí acompañándote, No las evites, no las alejes, déjalos estar.

Al inicio serán incómodos, pero poco a poco se cansarán.

Créditos: https://www.facebook.com/100090788441632/posts/pfbid02bQZZH9vov2aPt45DEB8f5ubACV6uxFmDEt6nyUKBzrmYnyKtVC3xVLBsRbY68TJgl/?mibextid=Nif5oz

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Actualicé la Playlist, espero que la disfruten!

Cuando logramos encontrar esa paz en nuestro interior, experimentamos una transformación personal significativa. Nos volvemos conscientes de nuestras emociones, aprendemos a sanar y a encontrar un equilibrio interno que nos permite ser más auténticos y presentes en nuestras interacciones con los demás.

La paz interior nos brinda una valiosa herramienta para irradiar serenidad hacia nuestras relaciones. Cuando cultivamos la tranquilidad interna, nuestra presencia en las interacciones diarias se llena de calma y compasión. Nos volvemos más accesibles, empáticos y capaces de comprender las experiencias y emociones de los demás.

Al encontrar la paz en nuestro interior, también desarrollamos una mayor capacidad de respuesta ante los desafíos y los conflictos externos. En lugar de reaccionar de manera automática y negativa, aprendemos a responder desde un lugar de tranquilidad y claridad mental. Esta respuesta consciente nos permite evitar la escalada de tensiones y encontrar soluciones pacíficas en lugar de confrontaciones innecesarias.

Es crucial recordar que, al trabajar en nuestro propio bienestar emocional, creamos un entorno propicio para vivir en armonía con los demás. Al sanar nuestras propias heridas emocionales y encontrar un equilibrio en nuestro interior, establecemos bases sólidas para relaciones más saludables y satisfactorias.

A medida que nos adentramos en el camino de la paz interior, nos convertimos en agentes poderosos de cambio. Nuestra serenidad y comprensión hacia los demás se convierten en un faro de luz en un mundo muchas veces convulsionado. Inspiramos a quienes nos rodean a buscar su propio equilibrio emocional y fomentamos un ambiente de respeto y armonía.